Antes era solo una perrita usada exclusivamente para criar cachorros que serían puestos en venta.
Bailey es una perrita que, en sus primeros años de vida, recibió un trato muy negativo. Sus anteriores dueños la tenían como un medio de ganancia monetaria debido a la calidad de su raza. Por fortuna, su vida cambió radicalmente años después, ya que fue rescatada por una familia amorosa.
Cuando a una perrita se le utiliza para tal fin, es impulsada a dar a luz una y otra vez sin descanso, lo que repercute de forma negativa en su salud. Aunque ya han pasado varios años desde que dio a luz por última vez, aún conserva intacto su instinto materno protector.

Hace unos meses, ella y sus dueños se mudaron a una zona rural. Detrás de la nueva casa caminaba sin rumbo un pequeño de gatito. Aunque los dueños de casa acostumbraban a dejar comida para atraer su atención, nunca se acercó mientras estaban en casa.

Lo que la familia no sabía era que mientras ellos estaban fuera, Bailey se relacionaba con el pequeño felino que al principio no estaba solo. El padre de familia llamado Arthur cuenta a The Dodo: “Bailey frecuentaba el patio trasero para controlarlos”. Hasta que lograron descubrir lo que la perrita hacía.

Todos miraron por la ventana y contemplaron a la perrita con el gatito enrollado contra su cuerpo. Arthur asegura a The Dodo qué: «Bailey nunca antes se había hecho amigo de un animal silvestre , simplemente demuestra lo cariñosa que es. Ella siempre ha sido extremadamente dulce”.

Como la familia de Bailey se dio cuenta de que se llevaban muy bien, no tuvieron más remedio que adoptar al gatito, que no tardó mucho en emocionar sus corazones. Le pusieron por nombre Gatita Gatita, y ahora forma parte de la familia.

Arthur cuenta la forma en que ambos se desenvuelven en casa: «Gatita-Gatita ahora vive adentro con todos. Ella sigue a Bailey casi como un cachorro. ¡Es seguro decir que ahora es parte de la familia!”

Esta conducta por parte de Bailey es una muestra de que pese a no haber tenido bajo su cuidado a una camada de cachorros en los últimos años, su instinto materno sigue intacto. Y Gatita Gatita así lo percibe, porque no se separa de Bailey ni un solo instante.

«A Gatita-Gatita le encanta estar adentro e interactuar con todos, pero especialmente con Bailey», dijo Arthur.

«No podrían estar más contentos», mencionó Arthur refiriéndose a los dos animales. Tanto la canina como la felina llegaron a entender los sentimientos del otro hasta complementarse. Sin duda una excelente historia para meditar en el trato con el prójimo.