Han pasado los años y ella sigue volviendo a su casa.
Hace unos tres años, Jessica Adams caminaba junto a su hijo, cuando de pronto vieron en la acera algo como una mancha color rosa. Para su sorpresa, era una ardilla recién nacida, que probablemente habría descendido por error de su hogar en el árbol.
Jessica se preguntaba si la pequeña se salvaría, porque estaba muy afectada físicamente. Pero se resolvió a hacer todo lo que estuviera en sus manos para que lograra salir con vida.
«El día que encontramos a Steve. No pensé que viviría, solo lo quería cálido y seguro. Poco sabía yo de la aventura que estábamos comenzando», contó Jessica, en su cuenta de Instagram.
Decidieron ponerle por nombre Steve y gracias a los cuidados proporcionados por Jessica, se recuperó hasta el punto de convertirse en una pequeña adulta. Actualmente, la ardilla está junto con otra, a la que se conoce como Jolene y juntas visitan el jardín de quien la salvó unos años atrás.
El día que Jessica consiguió a Steve, él estaba solo y tenía mucho frio por el poco pelaje y los ojos aún no habían abierto en su totalidad. No se sabía dónde estaba su mamá, pero a mirar por su condición, concluyeron que un ave que seguramente se alimentaría de ella, lo sacó de su nido, porque su colita estaba a la mitad.
Incluso, Jessica solo veía que se trataba de un roedor y como estaba tan pequeño, no se apreciaba aún, si era una ardilla u otro animal. Sin embargo, sus hijos estaban felices de tener a este pequeño en casa e independientemente de qué tipo de animal fuera, Jessica lo cuidaría con esmero.
«Me esforcé mucho para darle lo mejor, tenía un temporizador en mi reloj para la alimentación cada dos horas, incluso por la noche. Traté de contactar a un centro de ayuda de animales silvestres, pero estaban a tope, y el veterinario lo habría puesto a dormir si lo dejaba. Así que no tuve más remedio que intentar salvarlo por mi cuenta«, mencionó Jessica.
Steve siempre ha dado indicios de ser muy inteligente, hasta lo comparaban con un perro por la forma como se comportaba. Por ejemplo, lo llamaban y salía corriendo, entre otras cosas.
Jessica agregó: «Le encantaban los bolígrafos por alguna razón y siempre los llevaba a su «dormitorio». Era un animal de una sola persona (yo), toleraba a los niños, pero no a mi esposo».
Cuando Steve creció y tenía las energías puestas, le mostraron el patio trasero de la casa donde aprendió a escalar árboles y hacer muchas otras cosas de ardillas
Jessica agregó: “Cuando creció, necesitaba más espacio… Quería que él también se acostumbrara a todos los sonidos constantes de estar afuera. Dimos pequeños pasos para implementar todo lo relacionado con estar al aire libre. De explorar a escalar«.

Jessica sabía que las ardillas no son animales domésticos, y que disfrutan mucho del contacto directo con la naturaleza. Incluso, un día, de forma inesperada, Steve no llegó a casa, claro, poco tiempo después él regresó, pero en esta ocasión acompañado de una compañera.

“Sabía que estaba listo cuando quería salir y más, pero me motivó el corazón y me asustó cuando no volvió a casa las primeras noches. Temía lo peor y me preocupaba haberle hecho un mal favor al criarlo y no darle todo el conocimiento de las ardillas, pero sus instintos se activaron y vivió. ¡Él celebró su primer cumpleaños conmigo y acaba de cumplir su segundo!», Finalizó la madre adoptiva de Steve.